Pasada la Gran Guerra, nuevos Estados que agrupaban diversas minorías étnicas delineaban el mapa del Viejo Continente. La crisis económica y política que se cernía sobre Europa y el fracaso de la democracia liberal motivarían el surgimiento de regímenes fascistas. Hitler y Mussolini aparecían en escena. Una relativa y pasajera bonanza en la década de 1920 alimentó un deseo de olvidar los difíciles momentos pasados; los "locos años veinte" marcaron dicha ilusión. No obstante, en 1929, una gran depresión mundial trajo por tierra aquella supuesta bonanza. Hacia 1935, Europa se convirtió en un auténtico hervidero de conflictos e invasiones.
La Sociedad de las Naciones, creada para garantizar la paz mundial, poco pudo hacer para evitar la más cruenta de las conflagraciones que registra la historia: la Segunda Guerra Mundial.
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